martes, 7 de mayo de 2013

La RSE y la lucha contra la pobreza

           
La pobreza ha existido a nivel mundial desde el principio de todos los tiempos, por lo que no me cabe duda que para algunos, la han de considerar un buen negocio, que de lo contrario no existirían más de 4,000 millones de personas consideradas pobres a nivel mundial.

Ideas e “ideotas” han surgido con alternativas para palear este mal, desde las más innovadoras hasta  las más perversas; tales como la distribución impositiva de la riqueza, que lo único que conlleva es a la generalización de la pobreza. Otras “ideotas” son las de propulsar políticas “paternalistas” de gobiernos que imponen programas electoreros, que crean hijos dependientes que no llegarán a crecer, madurar y  por fin independizarse y mucho menos, ser parte de un sistema económico que brinde un desarrollo personal y general en la sociedad en la cual se desenvuelven.

La pobreza es un indicador de una sociedad fracasada, por lo que la frase de Schmidheiny que aduce  que “No hay empresa exitosa en una sociedad fracasada así como ninguna sociedad será exitosa con empresas fracasadas” por trillada que parezca, es una completa realidad e incentiva a las empresas a ser parte de la solución de este mal, por lo que la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) no es el antídoto a la pobreza, pero si una herramienta empresarial cuya estrategia se puede basar en la Cooperación al Desarrollo y así, crear condiciones que brinden prosperidad y oportunidades  a la sociedad que por simple lógica económica, beneficiará a las empresas en la adquisición de bienes y servicios. (Círculo virtuoso y relación ganar-ganar).

Las empresas no necesitan hacer el trabajo del gobierno, el cual por obligación y financiado por la misma sociedad debe de apoyar a la reducción de la pobreza; sino las empresas necesitan reconocer la existencia de la pobreza, asociarse con las personas en necesidad  para innovar y lograr escenarios ganadores en los cuales los pobres estén activamente comprometidos y donde, al mismo tiempo, las empresas que provean de productos y servicios sean rentables.

Esto significa, reconocer que la masa de personas en pobreza en su totalidad, puede representar un nicho de mercado excesivamente atractivo y aprovechar las oportunidades que esto puede significar. Los pobres constituyen un “mercado latente” de bienes y servicios. Una competencia libre, en contraste a monopolios locales surgidos en áreas territoriales en pobreza, puede transformar a los pobres en colaboradores y consumidores. Las personas pobres deben de ser considerados como núcleo de negocios de las empresas y no, como simples beneficiarios de programas filantrópicos temporales. El desarrollo de este sector en pobreza, crearía millones de nuevos empresarios en ese nivel, empleados calificados, distribuidores y microempresarios de comunidad, los cuales serían parte del ecosistema del mercado. La RSE  permite que las empresas, sin perder de vista el objetivo final de generar ganancias, contribuyan a la superación de la pobreza a través de la incorporación de personas de bajos ingresos a la cadena de valor.

Esta práctica de RSE es conocida como “Negocios inclusivos”, los cuales contribuyen a que las empresas se desarrollen de forma sostenible y amplíen sus segmentos de mercado hacia sectores de la población de bajos ingresos. Al mismo tiempo, los negocios inclusivos promueven que las familias en situación de pobreza aprovechen las oportunidades que ofrece el mercado y la dinámica del sector empresarial.

Esto se resume en que exista una relación entre una empresa “ancla” y un grupo de personas emprendedoras de la comunidad en necesidad, que tengan una participación directa en la dinámica productiva y de desarrollo económico, a través de sus roles como proveedores de servicios y/o materias primas, distribuidores de bienes y/o servicios y como consumidores al tener acceso a servicios básicos o productos de calidad que cumplen con necesidades esenciales a menor costo.

En la relación ganar-ganar que un negocio inclusivo representa, se puede destacar los beneficios que a la empresa representa tales como seguridad de abastecimiento, menores costos de transacción, legitimidad del negocio en las áreas de pobreza, mejores relaciones con el gobierno, acceso a nuevos mercados e incremento de ingresos. Entre los beneficios para la población de bajos ingresos se pueden enfatizar los precios menores y condiciones justas, creación  de fuentes de trabajo, capacitación, acceso a financiamiento, mayor acceso a productos y servicios de calidad y mejor calidad de vida entre otros.

Debido a lo anterior, la RSE a través de los “Negocios inclusivos” aporta a la reducción de la pobreza, procurando una sociedad exitosa y por ende, empresas rentables y exitosas.