jueves, 22 de enero de 2015

El vínculo entre la Responsabilidad Social Empresarial y los Derechos Humanos

La Responsabilidad Social Empresarial (RSE) implica la integración voluntaria por parte de las empresas sobre las preocupaciones sociales y medioambientales en sus operaciones comerciales y sus relaciones con sus grupos de interés, actores sociales o stakeholders.

La RSE ha evolucionado a  un comportamiento empresarial  que considera distintas dimensiones,  atendiendo a la observancia de los Derechos Humanos, laborales, medioambientales entre otros. Desde el punto de vista del proceso de su implantación, considera indispensable convertirse en parte activa de la estrategia corporativa, la transparencia, la rendición de cuentas, el ciclo de producto o cadenas de valor, o  los compromisos comerciales internacionales; esto  significa que la RSE debe de ser parte del corazón de la estrategia comercial de la empresa, en vez de simplemente convertirse en lírica o eslogan publicitario que repercutiría directamente a la sostenibilidad y competitividad de la misma empresa.

Los Derechos Humanos incluyen derechos económicos y sociales cuyo desarrollo está estrechamente vinculado con la actividad corporativa. Estos derechos han sido analizados por parte de las legislaciones de muchos países debido a conflictos sociales, citando como un claro ejemplo, las consecuencias de la globalización en las empresas transnacionales, que en su estrategia de buscar competitividad de costos, utilizan en sus procesos de producción, mano de obra (más barata) de países en vías de desarrollo, estrategia que después de cierto tiempo, ha redundado en conflictos y denuncias por parte de trabajadores de los países origen de las empresas por supuestas prácticas de “dumping social”, así como denuncias y exigencias de reivindicación por parte de trabajadores de los países donde se encuentra la mano de obra de producción. Debido a lo anterior, se ha necesitado el cumplimiento de estándares laborales mínimos más allá de las prácticas o legislaciones locales. En búsqueda de una solución a estos problemas, se ha encontrado como una estrategia de resolución la práctica de la RSE.
Los Derechos Humanos de los trabajadores están directamente vinculados con las buenas prácticas de RSE, entre los cuales se pueden citar las condiciones de trabajo, la protección social, el derecho a una remuneración justa, el diálogo social, la salud y la seguridad en el trabajo, el derecho a respirar un ambiente sano, la formación en el puesto de trabajo, igualdad de oportunidades para todos y el derecho a la conciliación de la vida familiar y personal, entre otros.

De acuerdo al informe de Naciones Unidas (2009), “las empresas deben tener en cuenta como mínimo la Carta Internacional de Derechos Humanos y la Declaración de la OIT sobre los Principios y los Derechos Fundamentales en el Trabajo, y esto por dos razones: La primera es que los principios que encarnan esos instrumentos son los que han obtenido un mayor consenso de la comunidad internacional. En segundo lugar, son los principales puntos de referencia con base a los cuales los otros actores sociales juzgan los efectos de la actividad de las empresas en los Derechos Humanos”.

La RSE no se limita al accionar de las compañías internamente, sino que se ocupa de toda el área de influencia que sus operaciones pueden tener, ya sea en materia de políticas públicas, mercadeo, proveedores y comunidades por lo que sus obligaciones empresariales (legales y morales) no solamente se circunscriben en respetar los Derechos Humanos por medio de sus actos propios, sino debe fomentar  la protección de estos Derechos con terceros en quienes la compañía pueda ejercer influencia, promoviendo políticas  para todas sus áreas de gestión, considerando atención particular en la evaluación de nuevos proyectos, cadena de suministro, proyectos relacionados al sector extractivo, sitios de seguridad, estrategias para zonas de conflicto y operaciones en áreas políticamente inestables entre muchas otras.

Es muy importante que las empresas cuenten con un sistema eficiente de comunicación de doble vía, en el cual público interno, proveedores, grupos de interés y stakeholders en general, tengan la oportunidad de exteriorizar sus inquietudes y así, la empresa pueda captar información importante que pueda transformar en oportunidades de diálogo, evitar conflictos y crear un ambiente laboral donde los malentendidos disminuyen y se logran mejores resultados como una estrategia empresarial.

Los grupos de interés esperan que exista un diálogo con la organización y un compromiso con sus necesidades, que respete el medio ambiente y su entorno, que respete sus costumbres y tradiciones, que  entienda sus necesidades y en medida de lo posible se puedan aliviar, que se respete la dignidad de los miembros de la comunidad, que se les brinde oportunidades de empleo y de desarrollo y que se respeten sus derechos sociales, culturales y económicos, de igual manera,  la empresa espera un ambiente donde pueda operar sin interrupciones, con certeza jurídica, generar utilidades y en el que en conjunto comunidad-empresa-autoridades, en un Estado de Derecho, puedan promover un desarrollo en beneficio de todos.

En conclusión, una empresa  que valore y comprenda la importancia del respeto y la trascendencia de la promoción de los Derechos Humanos va en el camino a ser una empresa socialmente responsable, sostenible y competitiva.