La RSE ha evolucionado a un comportamiento empresarial que considera distintas dimensiones, atendiendo a la observancia de los Derechos Humanos,
laborales, medioambientales entre otros. Desde el punto de vista del proceso de
su implantación, considera indispensable convertirse en parte activa de la
estrategia corporativa, la transparencia, la rendición de cuentas, el ciclo de
producto o cadenas de valor, o los
compromisos comerciales internacionales; esto significa que la RSE debe de ser parte del
corazón de la estrategia comercial de la empresa, en vez de simplemente
convertirse en lírica o eslogan publicitario que repercutiría directamente a la
sostenibilidad y competitividad de la misma empresa.
Los Derechos Humanos incluyen
derechos económicos y sociales cuyo desarrollo está estrechamente vinculado con
la actividad corporativa. Estos derechos han sido analizados por parte de las
legislaciones de muchos países debido a conflictos sociales, citando como un
claro ejemplo, las consecuencias de la globalización en las empresas
transnacionales, que en su estrategia de buscar competitividad de costos,
utilizan en sus procesos de producción, mano de obra (más barata) de países en
vías de desarrollo, estrategia que después de cierto tiempo, ha redundado en
conflictos y denuncias por parte de trabajadores de los países origen de las
empresas por supuestas prácticas de “dumping social”, así como denuncias y exigencias
de reivindicación por parte de trabajadores de los países donde se encuentra la
mano de obra de producción. Debido a lo anterior, se ha necesitado el
cumplimiento de estándares laborales mínimos más allá de las prácticas o
legislaciones locales. En búsqueda de una solución a estos problemas, se ha
encontrado como una estrategia de resolución la práctica de la RSE.
Los Derechos Humanos de los
trabajadores están directamente vinculados con las buenas prácticas de RSE,
entre los cuales se pueden citar las condiciones de trabajo, la protección
social, el derecho a una remuneración justa, el diálogo social, la salud y la
seguridad en el trabajo, el derecho a respirar un ambiente sano, la formación
en el puesto de trabajo, igualdad de oportunidades para todos y el derecho a la
conciliación de la vida familiar y personal, entre otros.
De acuerdo al informe de Naciones
Unidas (2009), “las empresas deben tener
en cuenta como mínimo la Carta Internacional de Derechos Humanos y la
Declaración de la OIT sobre los Principios y los Derechos Fundamentales en el
Trabajo, y esto por dos razones: La primera es que los principios que encarnan
esos instrumentos son los que han obtenido un mayor consenso de la comunidad
internacional. En segundo lugar, son los principales puntos de referencia con
base a los cuales los otros actores sociales juzgan los efectos de la actividad
de las empresas en los Derechos Humanos”.
La RSE no se limita al accionar
de las compañías internamente, sino que se ocupa de toda el área de influencia
que sus operaciones pueden tener, ya sea en materia de políticas públicas,
mercadeo, proveedores y comunidades por lo que sus obligaciones empresariales
(legales y morales) no solamente se circunscriben en respetar los Derechos
Humanos por medio de sus actos propios, sino debe fomentar la protección de estos Derechos con terceros en quienes la compañía pueda ejercer
influencia, promoviendo políticas para
todas sus áreas de gestión, considerando atención particular en la evaluación
de nuevos proyectos, cadena de suministro, proyectos relacionados al sector
extractivo, sitios de seguridad, estrategias para zonas de conflicto y operaciones
en áreas políticamente inestables entre muchas otras.
Es muy importante que las
empresas cuenten con un sistema eficiente de comunicación de doble vía, en el
cual público interno, proveedores, grupos de interés y stakeholders en general,
tengan la oportunidad de exteriorizar sus inquietudes y así, la empresa pueda
captar información importante que pueda transformar en oportunidades de
diálogo, evitar conflictos y crear un ambiente laboral donde los malentendidos
disminuyen y se logran mejores resultados como una estrategia empresarial.
Los grupos de interés esperan que
exista un diálogo con la organización y un compromiso con sus necesidades, que
respete el medio ambiente y su entorno, que respete sus costumbres y
tradiciones, que entienda sus necesidades
y en medida de lo posible se puedan aliviar, que se respete la dignidad de los
miembros de la comunidad, que se les brinde oportunidades de empleo y de
desarrollo y que se respeten sus derechos sociales, culturales y económicos, de
igual manera, la empresa espera un
ambiente donde pueda operar sin interrupciones, con certeza jurídica, generar
utilidades y en el que en conjunto comunidad-empresa-autoridades, en un Estado
de Derecho, puedan promover un desarrollo en beneficio de todos.
En conclusión, una empresa que valore y comprenda la importancia del
respeto y la trascendencia de la promoción de los Derechos Humanos va en el
camino a ser una empresa socialmente responsable, sostenible y competitiva.