sábado, 11 de julio de 2015

La RSE como mecanismo de prevención de desastres naturales


La práctica de la Responsabilidad Social Empresarial (RSE) es un deber tanto interno como externo de la empresa, el cual se centra en tener la conciencia y responsabilidad de sus actividades, tanto positivas como negativas hacia sus grupos de interés (stakeholders); esta conciencia se centra en el impacto de dichas actividades alrededor de tres ejes: social, económico y medioambiental, creando un equilibrio entre los mismos que resulta vital para el desarrollo legítimo y continúo de las actividades de la empresa y así, generar utilidades y por ende desarrollo a la sociedad.

La importancia de la práctica responsable medioambiental a través de la RSE se debe principalmente a los efectos que las industrias han causado sobre el impacto ambiental; estas repercusiones han impulsado en la conciencia de los empresarios un mayor énfasis en el  comportamiento ético, para encargarse correctamente de los desastres ambientales causados principalmente por el calentamiento global, el cambio climático, la deforestación y la contaminación.

La  clave para  una adecuada gestión medioambiental es la prevención y no la reacción; es bien sabido que la RSE procura el desarrollo sostenible, el cual, en relación con el medio ambiente se centra en el uso racional de los insumos naturales sin comprometer su disponibilidad para las próximas generaciones.  El uso de estos insumos puede empezar desde pequeñas prácticas que a gran escala producirán grandes resultados.  

De manera interna se puede señalar  la minimización en el uso del papel, el uso eficiente de la energía eléctrica y el consumo de insumos con sellos de producción amigable con el medio ambiente a nivel general, así también, es de gran y obvio impacto el manejo adecuado de insumos, producción y la descarga de residuos de la empresa hacia el medio ambiente. Adicionalmente, las empresas practicantes de RSE pueden apoyar de forma externa en la organización comunitaria y capacitaciones a grupos de interés en temas de cuidado medioambiental y planificación para el manejo de emergencias. 

En materia de organización comunitaria y capacitación, la empresa debe de empezar por trabajar en conjunto con los comités comunitarios, quienes de manera autónoma y voluntaria, deben convocar a su comunidad y concientizarla sobre la importancia del tema y comunicar que junto a la empresa se organizarán, formarán y capacitarán redes y/o brigadas de personas encargadas de actuar ante una emergencia o desastre.

En este sentido, el papel de la empresa puede empezar con una donación en especie (nunca en efectivo) de artículos indispensables para tener las unidades de prevención; posteriormente, debería buscar la asociación con instituciones gubernamentales con capacidad instalada en la región y/u Organizaciones No Gubernamentales (ONG) reconocidas en este tipo de situación, de esta forma se demuestra que la empresa reconoce la legitimidad de la institución y su conocimiento en la materia y que está dispuesta a entregarle recursos para que la ayuda sea más efectiva. Por último, la empresa debería capacitar y mantener un monitoreo constante a los grupos especializados y la comunidad en general, esto es con el fin de estar en alerta para cualquier eventualidad e implementar un sistema de gestión para la reducción de riesgo de desastres.  Es bien sabido que la RSE no sólo se ocupa de las comunidades externas a la empresa, por ello, también es importante contar con un plan de emergencias dentro de la organización y la institución de brigadas dentro de la misma con lo cual, se garantiza la protección de su público interno (colaboradores).

En relación a  contaminación industrial e impactos negativos al medio ambiente generados por las empresas, podemos citar muchos ejemplos “enigmáticos” que forman parte de la historia mundial y que son reconocidos inmediatamente por la mayoría, tal es el caso de los accidentes  nucleares de Chernóbil (1986) y Fukushima (2011), los derrames petrolíferos de Exxon Valdez (1989) y en el Golfo de México (2010) y el derrame de Bophal (1984); en todos los casos, la falta de ética empresarial sumada al error e irresponsabilidad humana han causado terribles desastres ambientales llevando a generar cambios y a definir nuevos protocolos empresariales, todo ello con el único objeto de evitar que la catástrofe se repita.

Es un hecho que todo ser vivo tiene un impacto hacia el medio ambiente; por ende y por añadidura, toda empresa deja una huella en el ambiente. A lo largo del tiempo, los años han sido testigos de la evolución de la valoración empresarial hacia el medio ambiente, el desprecio por parte de la sociedad hacia a la actitud defensiva ha evolucionado hacia la aceptación y al reconocimiento de la necesidad de un adecuado desempeño ambiental para enfrentar los retos de la competencia, las crecientes exigencias de los consumidores y garantizar el éxito futuro de la empresa.  Por lo anterior, en conjunto las empresas, la sociedad civil y el gobierno deben de velar por un control adecuado sobre los impactos de las actividades, productos y servicios que las mismas empresas ofrecen.  Es por ello, que es cada vez mayor el número de empresas (sin importar su tamaño) que han establecido o están en vías de establecer una política ambiental acorde a los requerimientos de su actividad y a las expectativas de la sociedad.

Entonces, ¿Cómo se puede evitar la contaminación industrial? El papel del gobierno debe de centrarse en procurar generar las condiciones económicas, legales y sociales para que las empresas generen utilidades y por ende, trabajo y desarrollo en donde operan; todo ello con un adecuado control del impacto ambiental que las actividades de la misma causen, lo cual se logrará por medio de una legislación cada vez más exigente hacia los controles medioambientales y hacia el control de la corrupción.  De tal manera, la empresa debe de cumplir sin falta la legislación pertinente y los compromisos hechos a la sociedad por medio de los Estudios de Evaluación de Impacto Ambiental y Social (EEIAS) y evitar tragedias que pueden caer en ecocidios con consecuencias irreversibles a la naturaleza y a la vez, a su reputación y rentabilidad.  Por su parte, la sociedad civil, por medio de organizaciones que velen por el respeto el desarrollo sostenible, es responsable de velar a su vez porque este control se haga sin intereses perversos que lo único que generan es conflictividad social que a su vez genera un enriquecimiento ilegítimo de sus pseudo líderes, quienes se aprovechan de la ignorancia en el tema de sus simpatizantes y crean una conflictividad social con consecuencias negativas para todo un país ya que no dejar operar a las empresas (que normalmente es la solución que dichos pseudo líderes ambientalistas proponen) no necesariamente es la solución para evitar la contaminación, es bien sabido que se puede lograr que la empresa opera de forma ambientalmente responsable siendo este un escenario en donde todas las partes interesadas ganan: la comunidad, no solo por la generación de empleos directos e indirectos sino también con la inyección económica que representa la operación de la empresa en la localidad, el país en general, con los proyectos de desarrollo (de infraestructura y social) que el gobierno central pueda ejecutar con los impuestos que la empresa pague, las organizaciones ambientalistas, quienes, si su interés genuino es garantizar el aprovechamiento responsable de los recursos naturales, podrán estar tranquilos sobre la certeza que esta premisa está siendo cumplida y de esta forma, se garantiza la operación de la empresa en un escenario de armonía con la comunidad, el gobierno, y el medio ambiente

Así pues, queda claro que la RSE no es la solución a la deforestación, la contaminación, la extinción de especies animales ni de cualquier otro desastre natural producido por el hombre, pero definitivamente sí puede resultar clave para la prevención de dichos desastres. La solución está en todos y cada uno de los miembros de la sociedad, quienes con base a educación, valores y decisión, deben de anteponer el bienestar de las próximas generaciones a sus propios intereses actuales.