jueves, 23 de junio de 2016

El mejor programa social es….

“El mejor programa social es un empleo”, una cita perteneciente a Ronald Reagan (40.º presidente de los Estados Unidos de América) la cual se puede considerar como una máxima para quienes velan por el desarrollo social, tanto por parte del gobierno, instituciones multilaterales, la iniciativa privada u Organizaciones No Gubernamentales (ONG). Sin duda alguna, el trabajo digno representa a las personas la oportunidad de acceder a una actividad productiva que genere un ingreso justo, “la estabilidad en el lugar de trabajo y la protección social para las familias, mejores perspectivas de desarrollo personal e integración social, libertad para que los individuos expresen sus opiniones, se organicen y participen en las decisiones que afectan sus vidas, y la igualdad de oportunidades y trato para todos, mujeres y hombres”. Más allá del  romanticismo que esta definición de trabajo digno desarrollada por la  OIT , la verdadera pregunta sobre cuál es el mejor programa social sería: ¿Está la sociedad en que vivimos está preparada para generar puestos de trabajo dignos y a la vez ocuparlos con personas capacitadas para cumplir sus responsabilidades de manera eficiente?

                Como sociedad debemos de procurar certeza política y jurídica, contar con una población lista para enfrentar los retos económicos y sociales del Siglo XXI, dejando atrás prácticas generadoras de conflictos que en su mayoría, podrían caer en tendencias ideológicas y/o doctrinales que representan ingresos muy rentables a sus  líderes defensores y pobreza a sus seguidores que en su mayoría, son miembros del sector más vulnerable de la sociedad.

Entonces, ¿De quién es la responsabilidad del desarrollo social? Sin duda, como función principal, no es del Estado, ni del sector privado y mucho menos de las ONG; sino de los propios miembros de la sociedad, o sea, de ¡nosotros mismos! Definitivamente a nadie se le puede obligar a realizar acciones que representen oportunidades para sí mismos o sus familias, cada quien debemos de tener la libertad de elegir nuestro camino y la forma de transitar el mismo.
El papel del Estado debe ser proveer de seguridad, salud, educación y condiciones idóneas para inversión y generación de empleo, el de las ONG es representar un puente entre la sociedad y las diferentes instituciones funcionales de gobierno y sector privado y por último la iniciativa privada, cuyo papel debe ser generar utilidades con base a un compromiso firme de respeto a la ley y a las personas, invirtiendo de manera responsable generando valor humano, económico y material, siendo socios del desarrollo sostenible en las regiones donde opera.

Así pues,  a la iniciativa privada no le corresponde resolver todos los problemas sociales y económicos de un país –como pareciera ser la idea generalizada de muchos-. Sin embargo sí le es posible conducir sus actividades de tal manera que tengan un impacto positivo en la sociedad (más allá del pago de impuestos,  generación de riqueza y empleo) y al mismo tiempo puede aumentar su rentabilidad. Las empresas responsables pueden ofrecer soluciones sostenibles a problemas socioeconómicos, contribuyendo a la reducción de la pobreza, ayudando a la población a mejorar su acceso a bienes y servicios, empleos de calidad, nuevas oportunidades de actividades económicas que generen autoempleo y pueden contribuir a generar cadenas de valor responsables.
Las empresas cuentan con la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), cuyas actividades de carácter eminentemente voluntarias pueden aportar directamente al desarrollo social de las regiones donde operan las empresas que la practican, legitimando su presencia y a la vez construyendo capacidades a sus grupos de interés (stakeholders), los cuales en cualquier momento podrán ser sus propios proveedores, colaboradores, clientes y hasta defensores.
 
Entre las estrategias de RSE se puede destacar el “empoderamiento social”,  proceso por el cual las personas pueden tener la oportunidad de fortalecer sus capacidades, confianza, visión y protagonismo como grupo social para impulsar cambios positivos en las situaciones que viven. El empoderamiento de los grupos de interés fortalece los poderes de la sociedad civil en el manejo de sus propios asuntos y aumenta la intervención privada por medio de la RSE.

Las empresas en vez de caer en los mismos vicios filantrópicos cortoplacistas que muchos gobiernos practican, deben enfocar sus acciones de RSE en ofrecer capacitación y asistencia técnica a sus grupos de interés. Este es un proceso cuyos resultados se verán a largo plazo, pero con un alto grado de impacto entre sus beneficiarios y la empresa misma, construyendo un perfecto ejemplo de una relación “ganar-ganar”.
Los temas de capacitación pueden ser diversos, empezando por los procesos de capacitación para la autogestión comunitaria, los cuales deben elevar el nivel de conocimientos sobre la realidad en la que interactúan las comunidades y sus miembros, desarrollar destrezas en el manejo de las herramientas de organización, investigación, planificación, negociación, gerencia y administración.  Deben, finalmente, propiciar un cambio en el comportamiento de las personas sobre los problemas que les afectan y su participación en las soluciones.  

El tema de apoyo en gobernanza es vital, ya que las capacitaciones pueden ayudar a las autoridades locales a conocer sus responsabilidades y obligaciones hacia su comunidad,  consolidando el proceso democrático y participativo entre los miembros de la comunidad y sus distintas formas de organización comunitaria, mejorando la capacidad de gestión para la obtención y mejoramiento de la calidad de servicios básicos y     sociales.
El empoderamiento de la mujer es muy importante, sobre todo en las áreas rurales, lo que ayudará a reforzar su autoestima como mujer y sobre todo, capacitarlas en temas desde salud, nutrición y estimulación oportuna a sus hijos, futuros miembros activos de su comunidad.

La capacitación en el área productiva es vital en una sociedad con el fin de  calificar a la mano de obra de la población económicamente activa de la comunidad e implementar proyectos de producción y comercialización de bienes y servicios individuales, familiares, cooperativos o asociativos.
Las empresas pueden tomar un papel en la sociedad de agentes de cambio, promoviendo la construcción de capacidades por medio de sus estrategias de RSE, lo que significará en asegurar mano de obra calificada y saludable que acepta sus operaciones y por último pero definitivamente no menos importante, la posibilidad de crear una imagen de marca fuerte y amigable, que redunde en legitimidad, rentabilidad y aumento de ventas.

De tal manera, se puede decir que el mejor programa social no es simplemente dar empleos, a diferencia de lo que el Sr. Reagan afirmó, aunque claro, es una parte importantísima del desarrollo de una sociedad, pero en este contexto y al analizar todas las aristas, podríamos decir más bien que el mejor programa social es la construcción de capacidades en una sociedad en donde también se construyen oportunidades, lo que hará que tanto el Estado, instituciones multilaterales, ONG´s e iniciativa privada cuenten con personal capacitado para sus puestos de trabajo, un mercado económicamente más fuerte y atractivo a inversión nacional e internacional, una sociedad más saludable que evite pérdidas humanas y costos altos de salud pública, una sociedad que no dependa de un solo modelo productivo (agricultura por ejemplo) y una sociedad democráticamente activa y vigilante de sus instituciones entre muchos otros.