lunes, 30 de abril de 2018

Y la inversión extranjera directa se va, se va… ¡y se fue! ¡Te fuiste Marcelina!

Me permití  titular este artículo con una modificación de una de las célebres frases de Abdón Rodriguez Zea, famoso narrador guatemalteco de béisbol de las décadas de los 80´s y 90´s y es que nos queda muy ad hoc siendo que los guatemaltecos estamos haciendo todo lo posible para perder este importante juego llamado “Desarrollo del país a través de la Inversión Extranjera Directa (IED)”.

La falta de certeza jurídica en Guatemala representa el mayor obstáculo para la inversión en el país, tanto para las empresas ya operando y aún más para las que están considerando a Guatemala como una opción para invertir.  Esta realidad pone en riesgo oportunidades de desarrollo para los jóvenes guatemaltecos que hoy sueñan con un futuro próspero en un país con opciones para buscar su propio desarrollo; hoy día, esa posibilidad de elección se ha reducido a “conformarse” con encontrar una actividad económica que le ayude a sobrevivir e incluso celebrar tener “aunque sea para los frijolitos”, aspirando únicamente a satisfacer las necesidades básicas de hoy y esperando que mañana sea mejor.

Es un hecho y es totalmente legítimo que las empresas buscan operar un lugar en donde puedan ser rentables en un marco de Estado de Derecho, en donde se apliquen objetivamente las normas y bajo estas condiciones, generar empleo, incrementar la actividad económica de sus áreas de influencia directa e indirecta, construir y fortalecer capacidades tanto en sus colaboradores como en sus grupos de interés, etc.  En general, los buenos guatemaltecos no necesitamos esperar ayudas especiales, programas clientelares del gobierno ni depender de terceros para nuestro desarrollo; lo que realmente necesitamos es tener las herramientas para poder emprender nuestros propios negocios u optar a puestos de trabajo dignos mediante la competitividad, es decir, teniendo las capacidades para realizarlo de manera eficientemente, generando productos y servicios de calidad, que con su comercialización hagan próspera a su empresa así como a sus propias familias y al país.

Contrario a lo que muchos que se enfrascan en discusiones ideológicas defienden, las empresas y no el gobierno, son los medios de generación de ingresos. Es un hecho que el financiamiento del Estado depende en gran medida de los impuestos derivados de las actividades económicas privadas.  Por ende, si no somos un país atractivo para la inversión, no habrá oportunidades para generar ingresos individuales ni para el Estado, en consecuencia no habrá capacidad de compra de productos y servicios y tampoco habrá presupuesto para proyectos de desarrollo de salud, educación, infraestructura; es decir, sin inversión no hay desarrollo, así de simple y sencillo.  La historia ha probado que los gobiernos no tienen capacidad de generar y administrar proyectos productivos, allí está el caso de Venezuela, que a pesar de ser inmensamente rica en sus recursos petroleros, la incapacidad de la sociedad  de generar recursos debido a políticas de Estado intervencionistas, han hecho que la pobreza aceche a su población, sufriendo desabastecimiento de productos básicos y están sumidos en una crisis nacional.
 
La falta de certeza jurídica en Guatemala tiene varias aristas.  Quizás, la principal es el hecho de que las reglas y las normas son constantemente cambiadas, afectando proyectos inclusive cuando ya están en operaciones, habiendo casos de algunos que han sido obligados a dejar de operar a pesar de haber cumplido con todos los requisitos legales y provocando pérdidas millonarias no solo a sus inversionistas, sino a los propios guatemaltecos. Es importante saber que aunque no lo parezca, con estas suspensiones perdemos TODOS, algunos perdiendo directamente sus fuentes de ingresos (colaboradores directos, indirectos y proveedores de bienes y servicios) y todos los guatemaltecos por los ingresos que deja de recibir al Estado (por impuestos que le pagan tanto al operar y producir como sobre los bienes y servicios que se adquieren con los salarios que directa e indirectamente esta operación genera) reduciendo así el presupuesto del cual nos beneficiamos todos.

Otra arista de esta falta de certeza jurídica es la falta de acción sobre organizaciones que flagrantemente roban servicios y luego los venden (aunque ellos aseguran que no) convirtiéndose en competencia incluso contra  quienes les han robado, suena increíble ¿no? y a pesar de tener muchas demandas, se dan el lujo de manifestar solicitando la nacionalización de dichos servicios y el problema no es nada más el descaro de sus peticiones, sino que encima, con estas recurrentes manifestaciones entorpecen y hasta paralizan la actividad productiva del país generando millones de quetzales en pérdidas y aun así, no son perseguidas penalmente.

Es importante que entendamos el hecho que ahuyentando la IED estamos atentando directamente sobre la Sostenibilidad de Guatemala, pues si la Sostenibilidad se basa en asegurar las necesidades del presente sin comprometer las necesidades del futuro, las futuras generaciones corren un grave peligro de verse atrapadas entre no contar con los medios para satisfacer sus propias necesidades y luego, porque dependerán de un Estado que tampoco va a tener como apoyarles, y eso, es preocupante. Aparte, con las acciones que como país estamos realizando hoy, es probable que las nuevas generaciones terminen pagando mañana con sus propios impuestos, las demandas en cortes  internacionales que las empresas pueden hacer en contra de nuestro país, debido a la propia falta de certeza jurídica que hoy estamos viviendo y los millones de dólares en pérdidas que esto significa a cualquier tipo de proyecto.

Convertir a nuestro país en un modelo de inversión y un caso de éxito en materia económica y de desarrollo social no recae sólo en las instituciones de Estado, también es responsabilidad de la sociedad civil y la iniciativa privada.  Este modelo podría plantearse como promover / garantizar instituir la Responsabilidad Social Empresarial (RSE). La creación de una política de RSE debe responder a los planteamientos de sus grupos de interés, los cuales incluyen individuos (inversionistas, colaboradores, proveedores, etc.), agrupaciones comunitarias, ONG´s, sindicatos, instituciones públicas, etc., fomentando el diálogo, garantizando el respeto a los recursos, cultura y Derechos Humanos así como el impacto en la sociedad, el cual puede ser positivo para todos, creando un vínculo entre sus grupos de interés y al mismo tiempo satisfaciendo sus diferentes necesidades. 

La información es poder y utilizada de una manera positiva es invencible. Con una población correctamente informada y sensibilizada acerca del impacto que la operación de una empresa puede tener, es posible promover un ejercicio de participación ciudadana que junto con las instituciones públicas empodere a las personas a ser garantes de la operación responsable y al mismo tiempo evite que sean engañadas por instituciones y personajes que viven muy bien del conflicto que generan con la desinformación y que a pesar  que se venden como los “salvadores” de los pueblos, no tienen ningún interés por su prójimo, al contrario, son un cáncer para el desarrollo de todo un país.

En este interés de ser garantes de la operación sostenible, las empresas que no practiquen la RSE como es debido, cuando sus acciones negativas sean probadas en un proceso legal justo, deben ser suspendidas y/o expulsadas del país.   Garantizando la rentabilidad de los proyectos, Guatemala será atractiva para invertir, y garantizando la operación responsable, ganamos todos.   

No debemos de dejar de pelear por Guatemala, más bien debemos de estar conscientes de la situación que atraviesa, involucrarnos y trabajar de manera conjunta para convertirla en un país “sexy” para la inversión extranjera directa y para garantizar que dicha inversión se haga de manera sostenible, responsable y efectiva.  Así es como “remontaremos este juego” en el que somos locales y que aunque hemos cometido una serie de errores de campo que nos tienen abajo en la pizarra y estamos en el último inning...¡todavía queda una oportunidad más para batear! y como diría Abdón: ¡Hasta el último out se habla!