La Responsabilidad Social
Empresarial (RSE) se puede definir como la respuesta estratégica de la empresa
hacia las expectativas de los sectores con los que ella se relaciona de manera
interna y externa en materia de desarrollo de sus grupos de interés (stakeholders), entre los cuales destacan
en el público interno los colaboradores, y de manera externa, las autoridades
locales, la comunidad que le rodea y por último, el Medio Ambiente; todos estos
de manera constante en el tiempo.
La
evolución de la RSE ha consistido desde sus inicios -en la primera mitad del
siglo XX- en la participación voluntaria
de las empresas en temas relacionados con el bienestar de la comunidad con que se relaciona, enfocándose
principalmente -en esos tiempos- en ayudas filantrópicas puntuales, sin una
visión a largo plazo ni una cobertura de beneficio considerable. En la segunda mitad del siglo XX, la comunidad
en general comenzó a tomar conciencia sobre la capacidad del sector empresarial
para influir y solucionar los problemas sociales al reconocer los daños y
riesgos que con su actividad ocasionaba en el entorno; esto generó una presión
para que el Estado interviniese imponiendo normas con el fin de proteger los
intereses públicos y al Medio Ambiente. A
raíz de lo antes expuesto, tanto empresa, como Estado y sociedad se han ido interrelacionando, de tal
manera que cambiaron sus roles tradicionales hacia actuaciones en las que las
demandas de los distintos stakeholders
se enfocan en cambios en los valores sociales,
criticando al orden social existente e implicando nuevas exigencias sociales a
las empresas.
Así pues, la RSE ha pasado desde
sus comienzos a la fecha, de ser una filantropía tradicional a una relación en
la cual las empresas y las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) empiezan a
pensar en cómo pueden interactuar para generar un valor agregado y un impacto
social positivo en el país o la comunidad.
Con esta nueva realidad, las empresas tienen que evolucionar en el
concepto de RSE y migrar hacia nuevos tipos de relaciones que van mucho más
allá de la pura filantropía y que más bien se centran en interacciones y
alianzas entre diferentes sectores de la sociedad.
La evolución de la RSE ha hecho a
la sociedad en general entender que la empresa no contribuye al cuidado del medioambiente a través del pago de
impuestos al Estado y de la generación
de riqueza y trabajo en el mercado; Por lo contrario, la RSE tiene múltiples
campos de actuación en los que destacan la acción social, la acción medioambiental,
la conciliación de la vida laboral y familiar, cumplimiento de los Derechos
Humanos, involucramiento de su personal en actividades de voluntariado y el
cumplimiento en la elaboración de memorias de labores y/o reportes de sostenibilidad periódicos que
denoten el impacto que sus actividades
producen en sus stakeholders y la
comunidad con la que se rodea y relaciona.
La tendencia de las acciones de
RSE con proyección al futuro, deberán tomar en cuenta las siguientes
características, las cuales denotan una sociedad más consciente y exigente en
la forma de interactuar de las empresas con su entorno y los servicios y/o
productos que ofrecen:
1. La exigencia de mayor
equilibrio entre trabajo y familia para sus colaboradores: La RSE debe promover
una cultura que ponga a la familia de los colaboradores en el centro, para
lograr un mayor equilibrio con el trabajo. Es una estrategia rentable el
preocuparse que los colaboradores no descuiden tiempo de dedicación a su familia;
fomentar espacios de recreación y ocio donde participe su núcleo familiar;
hacer participar a la familia en planes de formación y capacitación, manejo de
conflictos en la pareja y los hijos, salud, eventos culturales, deportivos y actividades
recreativas; brindarles alguna atención en eventos o días especiales, etc. Como lo expone Veneet Nayar en su libro “Employees First, Customers Second”
(Colaboradores primero, Clientes segundo) el
cliente no es lo más importante, los colaboradores son lo más importante, al
cuidar de los colaboradores, ellos cuidarán del cliente como propio.
2. La presión de los consumidores
responsables y de la opinión pública: El consumidor responsable hace uso de su
poder en la adquisición, el uso y la disposición de servicios y/o para
comunicar a las empresas su deseo de minimizar o eliminar efectos dañinos y
maximizar el impacto positivo de sus decisiones de consumo a largo plazo.
3. El respeto a los Derechos
Humanos: Los Derechos Humanos de los trabajadores en primera instancia están
directamente vinculados con las buenas prácticas de RSE, entre los cuales se
pueden citar las condiciones de trabajo, la protección social, el derecho a una
remuneración justa, el diálogo social, la salud y la seguridad en el trabajo,
el derecho a respirar un ambiente sano, la formación en el puesto de trabajo,
igualdad de oportunidades para todos y el derecho a la conciliación de la vida
familiar y personal, entre otros. En
este sentido, es también imperativo el respeto a los derechos de los miembros
de todos los grupos de interés bajo la misma premisa en que se vigila el
cumplimiento de los de los colaboradores.
4. La pérdida de confianza: La
confianza de los clientes, proveedores y stakeholders
se ha convertido en una clave de negocio para todos los sectores; la pérdida de
confianza puede tener repercusiones directas negativas en la operación
constante de una empresa, por ejemplo, puede reducir la fidelidad de los
clientes, el compromiso de los colaboradores, la calidad de los proveedores y
la disponibilidad de recursos económicos de los inversionistas. En este
sentido, la transparencia es la estrategia más adecuada para generar confianza
entre los grupos de interés, promoviendo el diálogo como medio de
implementación y fortalecimiento de relaciones que pueden convertirse en una
ventaja competitiva de cara a la competencia de mercado, buscando un beneficio
mutuo entre empresa y stakeholders.
5. La demanda por políticas de
equilibrio y cuidado al Medio Ambiente: Es recomendable que las empresas –sin
importar su tamaño o giro de negocio- puedan suscribirse voluntariamente a
tratados y convenios en los que se
comprometen a llevar a cabo acciones para frenar el desgaste ecológico, por
ejemplo, la realización de reciclaje,
capacitación comunitaria en prácticas que conciernen a comportamiento en casos
de emergencias, manejo adecuado de residuos
químicos en la tierra y recursos hídricos, evitar la quema de
combustibles, contribuir a la reforestación, aprovechar la obtención de energía
a través de recursos renovables, entre otros.
Así pues, la evolución de la RSE
va más allá de la estrategia o de las acciones de los altos mandos de la
organización; en la realidad, para que una empresa sea responsable deben serlo
también sus colaboradores, sus proveedores, sus clientes y todos sus grupos de
interés, de esta forma, en sinergia entre todos los grupos de interés, se podrá
afirmar que una empresa cumple plenamente los principios de la RSE y no así,
cuando esta se aplica de forma unilateral o de forma no generalizada entre
todos éstos.
En muchas partes del mundo
-incluyendo Latinoamérica- los clientes
(principalmente los nacidos a partir de 1980), los pequeños inversores, las
sociedades civiles y otros sectores, exigen que se materialice en prácticas
concretas y se profundice la implementación de la RSE por parte de todas las
empresas. Así mismo, parte de esta exigencia de dichos sectores se traduce en
que premiarán o castigarán cada vez más a las empresas según su comportamiento
en este plano fundamental.