jueves, 15 de octubre de 2015

Los desafíos de la RSE y su evolución


               La Responsabilidad Social Empresarial (RSE) se puede definir como la respuesta estratégica de la empresa hacia las expectativas de los sectores con los que ella se relaciona de manera interna y externa en materia de desarrollo de sus grupos de interés (stakeholders), entre los cuales destacan en el público interno los colaboradores, y de manera externa, las autoridades locales, la comunidad que le rodea y por último, el Medio Ambiente; todos estos de manera constante en el tiempo.
La evolución de la RSE ha consistido desde sus inicios -en la primera mitad del siglo XX-  en la participación voluntaria de las empresas en temas relacionados con el bienestar de la  comunidad con que se relaciona, enfocándose principalmente -en esos tiempos- en ayudas filantrópicas puntuales, sin una visión a largo plazo ni una cobertura de beneficio considerable.  En la segunda mitad del siglo XX, la comunidad en general comenzó a tomar conciencia sobre la capacidad del sector empresarial para influir y solucionar los problemas sociales al reconocer los daños y riesgos que con su actividad ocasionaba en el entorno; esto generó una presión para que el Estado interviniese imponiendo normas con el fin de proteger los intereses públicos y al Medio Ambiente.  A raíz de lo antes expuesto, tanto empresa, como Estado y  sociedad se han ido interrelacionando, de tal manera que cambiaron sus roles tradicionales hacia actuaciones en las que las demandas de los distintos stakeholders se enfocan en  cambios en los valores sociales, criticando al orden social existente e implicando nuevas exigencias sociales a las empresas.

Así pues, la RSE ha pasado desde sus comienzos a la fecha, de ser una filantropía tradicional a una relación en la cual las empresas y las Organizaciones No Gubernamentales (ONG) empiezan a pensar en cómo pueden interactuar para generar un valor agregado y un impacto social positivo en el país o la comunidad.  Con esta nueva realidad, las empresas tienen que evolucionar en el concepto de RSE y migrar hacia nuevos tipos de relaciones que van mucho más allá de la pura filantropía y que más bien se centran en interacciones y alianzas entre diferentes sectores de la sociedad.

La evolución de la RSE ha hecho a la sociedad en general entender que la empresa no contribuye al cuidado del medioambiente a través del pago de impuestos al Estado y  de la generación de riqueza y trabajo en el mercado; Por lo contrario, la RSE tiene múltiples campos de actuación en los que destacan la acción social, la acción medioambiental, la conciliación de la vida laboral y familiar, cumplimiento de los Derechos Humanos, involucramiento de su personal en actividades de voluntariado y el cumplimiento en la elaboración de memorias de labores y/o  reportes de sostenibilidad periódicos que denoten el impacto que sus  actividades producen en sus stakeholders y la comunidad con la que se rodea y relaciona.

La tendencia de las acciones de RSE con proyección al futuro, deberán tomar en cuenta las siguientes características, las cuales denotan una sociedad más consciente y exigente en la forma de interactuar de las empresas con su entorno y los servicios y/o productos que ofrecen:

1. La exigencia de mayor equilibrio entre trabajo y familia para sus colaboradores: La RSE debe promover una cultura que ponga a la familia de los colaboradores en el centro, para lograr un mayor equilibrio con el trabajo. Es una estrategia rentable el preocuparse que los colaboradores no  descuiden tiempo de dedicación a su familia; fomentar espacios de recreación y ocio donde participe su núcleo familiar; hacer participar a la familia en planes de formación y capacitación, manejo de conflictos en la pareja y los hijos, salud, eventos culturales, deportivos y actividades recreativas; brindarles alguna atención en eventos o días especiales, etc.  Como lo expone Veneet Nayar en su libro “Employees First, Customers Second” (Colaboradores primero, Clientes segundo) el cliente no es lo más importante, los colaboradores son lo más importante, al cuidar de los colaboradores, ellos cuidarán del cliente como propio.

2. La presión de los consumidores responsables y de la opinión pública: El consumidor responsable hace uso de su poder en la adquisición, el uso y la disposición de servicios y/o para comunicar a las empresas su deseo de minimizar o eliminar efectos dañinos y maximizar el impacto positivo de sus decisiones de consumo a largo plazo.

3. El respeto a los Derechos Humanos: Los Derechos Humanos de los trabajadores en primera instancia están directamente vinculados con las buenas prácticas de RSE, entre los cuales se pueden citar las condiciones de trabajo, la protección social, el derecho a una remuneración justa, el diálogo social, la salud y la seguridad en el trabajo, el derecho a respirar un ambiente sano, la formación en el puesto de trabajo, igualdad de oportunidades para todos y el derecho a la conciliación de la vida familiar y personal, entre otros.  En este sentido, es también imperativo el respeto a los derechos de los miembros de todos los grupos de interés bajo la misma premisa en que se vigila el cumplimiento de los de los colaboradores.

4. La pérdida de confianza: La confianza de los clientes, proveedores y stakeholders se ha convertido en una clave de negocio para todos los sectores; la pérdida de confianza puede tener repercusiones directas negativas en la operación constante de una empresa, por ejemplo, puede reducir la fidelidad de los clientes, el compromiso de los colaboradores, la calidad de los proveedores y la disponibilidad de recursos económicos de los inversionistas. En este sentido, la transparencia es la estrategia más adecuada para generar confianza entre los grupos de interés, promoviendo el diálogo como medio de implementación y fortalecimiento de relaciones que pueden convertirse en una ventaja competitiva de cara a la competencia de mercado, buscando un beneficio mutuo entre empresa y stakeholders.

5. La demanda por políticas de equilibrio y cuidado al Medio Ambiente: Es recomendable que las empresas –sin importar su tamaño o giro de negocio- puedan suscribirse voluntariamente a tratados y convenios  en los que se comprometen a llevar a cabo acciones para  frenar el desgaste ecológico, por ejemplo, la realización de reciclaje, capacitación comunitaria en prácticas que conciernen a comportamiento en casos de emergencias, manejo adecuado de residuos químicos en la tierra y recursos hídricos, evitar la quema de combustibles, contribuir a la reforestación, aprovechar la obtención de energía a través de recursos renovables, entre otros.

Así pues, la evolución de la RSE va más allá de la estrategia o de las acciones de los altos mandos de la organización; en la realidad, para que una empresa sea responsable deben serlo también sus colaboradores, sus proveedores, sus clientes y todos sus grupos de interés, de esta forma, en sinergia entre todos los grupos de interés, se podrá afirmar que una empresa cumple plenamente los principios de la RSE y no así, cuando esta se aplica de forma unilateral o de forma no generalizada entre todos éstos.

En muchas partes del mundo -incluyendo Latinoamérica-  los clientes (principalmente los nacidos a partir de 1980), los pequeños inversores, las sociedades civiles y otros sectores, exigen que se materialice en prácticas concretas y se profundice la implementación de la RSE por parte de todas las empresas. Así mismo, parte de esta exigencia de dichos sectores se traduce en que premiarán o castigarán cada vez más a las empresas según su comportamiento en este plano fundamental.

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