Es bien sabido que la gestión empresarial busca
principalmente mejorar la productividad y por ende, la competitividad de las
empresas y negocios. Dicha gestión junto
con el panorama cambiante del mercado y el desarrollo tecnológico sobre todo en
la comunicación y redes sociales, han hecho que tanto empresas como personas,
estén siendo fácilmente juzgadas tanto positiva como negativamente por el
mercado y la sociedad en general que cada día presenta una mayor demanda por relaciones
sólidas y beneficiosas con los diferentes grupos de interés, comunidades y con
la administración pública. En este
punto, se vuelve crítico recordar que las empresas y negocios son dirigidos y operados por
personas, quienes, por naturaleza están afectas a costumbres, prejuicios,
aciertos y errores entre otros por lo que no debemos “deshumanizar” la gestión
empresarial reduciéndola únicamente a indicadores de producción y rentabilidad.
Tomando en
cuenta una condición de libre competencia, la percepción positiva del mercado
hacia los productos y servicios ofrecidos se convierte en una ventaja
competitiva, por ello, una gestión empresarial con visión ética es sin duda un
factor definitivo para la rentabilidad.
Según T. PETERS y R. WATERMAN (1992), en un estudio con las empresas más
rentables de Norteamérica, los factores éticos compartidos más comunes y los
criterios más valorados por la sociedad en relación a su gestión son:
1.
Producir bienes y servicios no
destructivos, contribuyendo a la calidad de vida.
2.
Tener relaciones laborales
responsables con sus colaboradores.
3.
Comprometerse en trabajos de
servicio a la comunidad.
4.
Apoyar programas filantrópicos
o de servicio público.
5.
Demostrar una preocupación
ética y responder a los principales problemas y asuntos sociales.
De hecho, hay empresas que fracasan por no tener
y promover una cultura ética ya que por ello decepcionan a los clientes
consumidores y a sus colaboradores clave; actualmente, la mayoría de las
empresas han desarrollado un código de ética con la finalidad de combatir: la
corrupción, el hostigamiento laboral, acoso sexual, la difamación, los anuncios
engañosos, etc. Además, van tomando
fuerza algunos principios éticos adoptados por algunas empresas como los
mencionados anteriormente.
La
Responsabilidad Social Empresarial (RSE) promueve una cultura de negocios
basada en principios éticos. Entre sus estrategias se encuentra la comunicación
directa de la empresa con sus grupos de interés, mediante esta explica de qué
modo asume en la gestión diaria de manera integrada las cuestiones económicas,
sociales y medioambientales. Esta “rendición
de cuentas” se puede hacer de distintas formas que incluyen reuniones con grupos
de interés, cartas que describan las actividades de la organización en relación
a la RSE durante un período definido, información en la página web e informes periódicos de RSE; la
metodología más usada a nivel mundial es la entrega del informe de sostenibilidad desarrollado por el Global Reporting Initiative (GRI), el cual compara y evalúa el
desempeño en materia de sostenibilidad con respecto a lo establecido en las
leyes, normas, códigos, normas de funcionamiento e iniciativas voluntarias,
demostrando cómo la organización ejerce influencia y es influenciada por
expectativas relacionadas con el desarrollo sostenible de donde opera.
Por naturaleza,
los seres humanos emitimos juicios éticos en varios ámbitos: instituciones,
personas y sus acciones, etc., por ejemplo, “Es deber del patrono asegurarme
condiciones mínimas de trabajo”, “Es obligación de la empresa cuidar el medio ambiente”,
“Es una vergüenza tener líderes tan corruptos”; estos juicios son basados en lo
que las personas consideran bueno o malo, las costumbres y modos de obrar
pertenecientes al carácter del ser humano y son enmarcados en lo que llamamos
normas morales. El análisis de estas
normas morales y el estudio de la conducta humana en una sociedad como buena y
mala, es una ciencia perteneciente a la filosofía, y su nombre es la ética.
Tanto
la ética como la moral se encargan de nuestras costumbres y formas de actuar en
la medida en que pueden considerarse como correctas o incorrectas, concluyendo
que la ética influye en las normas de conducta de una sociedad mientras que la
moral en las normas de conducta de una persona.
Ahora bien,
retomando el punto que se mencionó anteriormente que las empresas son dirigidas
y operadas por personas, se ha definido también la ética empresarial, la cual consiste
en la ética aplicada al estudio de la forma de comportarse en una organización
de personas al servicio de personas. La RSE está intrínsecamente ligada a la
ética ya que como fin principal, las dos buscan el bienestar general de la
sociedad dándole a cada persona lo que le corresponde.
Así también, las
virtudes humanas son perfectamente extrapolables a una gestión ética en las
empresas, la cual por la naturaleza de juicio harán que la sociedad se
identifique positivamente o negativamente con la empresa y sus productos.
Guillen, M
(2006) describe la directa relación entre la ética y la dirección de las
empresas en un circulo virtuoso, el cual empieza desde los puestos gerenciales,
quienes deberán tomar decisiones éticas, las cuales influirán en la motivación
en el trabajo de sus colaboradores, llevando a una cultura empresarial que
tendrá más confianza entre los colaboradores sobre las estrategias, lo que
desembocará en que la empresa tenga una buena reputación y fama que concluirá
en contar con clientes satisfechos e identificados con los productos que la
empresa ofrece al mercado.
De tal manera,
al incorporar la parte de RSE a la ecuación, se puede afirmar que una empresa
será más rentable cuando sus colaboradores y clientes la consideran como amiga, comprensiva, generosa, leal, justa,
ordenada, prudente y respetuosa.
Cabe recordar
que la ética empresarial no es una estrategia empresarial, no es un ardid
publicitario, no supone al empresario renunciar a obtener utilidades ni se
circunscribe a tener un código de ética -el cual es tan importante como la
propia capacidad de la administración de cumplirlo y hacerlo cumplir-; la ética
empresarial no obliga a ofrecer productos amigables con el medio ambiente, a vender
productos más baratos ni a practicar estrategias filantrópicas que al final,
corren el riesgo de crear dependencia y obligaciones que pueden llevar a la
propia quiebra, que significaría en caer en una verdadera inmoralidad; la ética
empresarial es como mínimo el punto de equilibrio entre la rentabilidad y la
responsabilidad con los agentes externos en el que ambos salen beneficiados.
De tal manera, la
transparencia en la gestión y la rendición de cuentas a la sociedad es cada vez
más importante; existen estudios que demuestran que la implementación de RSE
influye positivamente en los resultados financieros de las empresas, por lo que
sin lugar a dudas, practicar RSE y tener una visión ética sobre la interacción
entre empresa y sociedad, ¡es un buen negocio!