Las organizaciones en ningún
momento deben pretender suplantar el papel del Estado en materia de inversión
social, ya que tanto individuos como empresas, por el pago de impuestos, tienen
derecho a recibir a cambio, satisfactores básicos para el mejoramiento de su
calidad de vida, tal como educación, salud y justicia por medio de funcionarios
capacitados e infraestructura adecuada que facilite a realizar sus actividades y
que es plena responsabilidad estatal. Los países en desarrollo adolecen en muchos
casos de condiciones idóneas para prestar los servicios básicos a su población,
razón por la cual han encontrado en la iniciativa privada, una posibilidad para
contar con satisfactores básicos que mejoren su calidad de vida como los
mencionados anteriormente y a la vez, las empresas han encontrado en esta
necesidad, una posibilidad para legitimar su estadía y operación en un lugar
por medio de inversión social, la cual debe hacerse de manera estratégica,
integral y participativa y no de manera clientelar y cortoplacista, es decir,
con la ética que la RSE per se
requiere.
Está comprobado que las organizaciones cuyas actividades
industriales y/o comerciales generan animadversión entre sus grupos de interés,
utilizan la inversión social para implementar programas basados en subsidios
y/o para construir proyectos de infraestructura con el único interés de
justificar sus operaciones y tener un ancla publicitaria, han fracasado
rotundamente en la percepción de sus comunidades, causando muchas veces
conflictos sociales entre los pobladores que están a favor y en contra y a la
vez, construyendo “elefantes blancos” inoperantes.
Así pues, la inversión social debe ir estratégicamente ligada
a una política de RSE, basada principalmente en el diálogo, participación
ciudadana, involucramiento de todos los grupos de interés (principalmente de
las autoridades locales) y de la organización, quien tendrá un rol de socio
estratégico y comprometido con una visión de desarrollo sostenible, el respeto
a la cultura y tradiciones y el uso responsable de los recursos ambientales,
evitando ser una figura paternalista o impositiva en el lugar.
La inversión social es una actividad que no está vinculada ni
busca directamente mejorar las operaciones principales de una compañía, sino
que mantiene y fortalece sus relaciones con la comunidad, fortaleciendo la
reputación de la empresa, transformando las donaciones en inversiones
estratégicas que se alineen con el negocio, estableciendo credibilidad y
demostrando valores de la empresa y así, aumentar la visibilidad general de la
comunidad empresarial y sus clientes, contribuyendo a que la sociedad de la que
depende la empresa permanezca saludable, en un entorno apto para desarrollar
negocios.
Sin duda alguna, las empresas se han convertido
en actores sociales con una gran capacidad de impacto en el día a día de la
sociedad, por lo que tienen una gran responsabilidad frente a ellas, debido a
que el ámbito económico en el que se desenvuelven determina en parte las
condiciones de vida y el bien común de los
que forman parte de la sociedad. Debido al desarrollo constante de las
empresas, estas mismas generan una serie de conocimientos, tecnologías, experiencias
y capital social que deben poner también
al servicio de la sociedad como parte misma de la RSE.