La Responsabilidad Social
Empresarial (RSE) sin duda alguna es una estrategia de competitividad en el siglo
XXI, la cual se basa en crear valor -tanto agregado como compartido- a los productos y/o servicios que presta, así
como genera empatía hacia la imagen de una empresa creando un vínculo más
fuerte entre sus clientes, proveedores y colaboradores que resulta en ventajas
comparativas y competitivas de cara al mercado.
Toda empresa que se considere
exitosa debe de llegar a sus objetivos y metas para generar riqueza para sus
accionistas, para sus proveedores y sus colaboradores. Esto es aplicable a todo
sector (privado, público y organizaciones sin fines de lucro) y es una máxima
inapelable, socialmente responsable y al final, con un fuerte impacto en el
desarrollo de una sociedad. La diferencia entre las metas que buscan los diferentes
sectores la podemos puntualizar en que la riqueza puede ser social, cultural,
material y en la que al final todos los
esfuerzos redundan: la riqueza económica,
que facilita la libertad de poder contar con opciones a la sociedad para
satisfacer las mismas necesidades que Maslow definió 75 años atrás, siendo en
su orden: las fisiológicas, de seguridad, sociales, de afiliación, de
reconocimiento y autorealización.
En el siglo pasado las empresas
se enfocaron en el ¿Qué hacemos? Pasando desde Henry Ford y su famosa cita “Un cliente puede tener su automóvil del
color que desee, siempre y cuando desee que sea negro”, hasta la incursión
de la mercadotecnia donde con base científica se determina cuáles son las
necesidades de los clientes, realizando investigaciones cuantitativas y
cualitativas, adaptando los productos y estrategias
con base a la aplicación de las 4 P´s. (Precio, Producto, Plaza y Promoción).
En consecuencia a que
legítimamente las empresas buscaron la generación de riqueza a toda costa, algunas
antepusieron los intereses económicos a los sociales, buscando estrategias para
reducir costos y aumentar sus utilidades aumentando también su participación en
un mercado regularmente saturado; por ello olvidaron el ¿Cómo lo hacemos?
buscando lagunas legales que permitieran generar utilidades, sin tomar en
cuenta aspectos fundamentales tales como el cuidado del Medio Ambiente,
Derechos de los Animales, Derechos Humanos de sus colaboradores y de las
personas pertenecientes a las comunidades vecinas a su operación entre muchos
aspectos más.
Esta situación ha derivado en que
algunas industrias hayan caído en ilegalidades, las cuales han sido repudiadas
tanto por sus propios consumidores, así como por los Estados y organizaciones
en general. Como ejemplos se pueden citar las industrias manufactureras de
calzado, poseedoras de grandes marcas de
reconocimiento mundial que han “esclavizado” a menores de edad en sus empresas,
a las industrias de bebidas carbonatadas que han sido demandas por el uso
irracional del agua, compañías financieras que han falseado sus reportes y han
dejado sin patrimonio económico a miles de personas, empresas petroleras y
mineras que no han respetado la legislación de los países y han contaminado fuentes
de vida humana y silvestre hasta llegar a empresas de comida rápida, que ponen
en riesgo a su colaboradores y a personas que se conducen en la calle con el
fin que pueda llegar un pedido antes de 30 minutos. Ejemplos así existen miles,
sin importar el tamaño ni el giro de negocio de la empresa.
“Hazte fama y échate a dormir”. No hay que dejar por un lado que
existen muchas empresas responsables que brindan desarrollo a su público
interno, grupos de interés y un país en general. Muchas de estas empresas
tienen un desafío extra, ya que por la “fama” e irresponsabilidad de unos
cuantos, la industria entera está satanizada. Hay industrias satanizadas que
cuentan con empresas altamente
calificadas en sus estándares de calidad y reputación social, pero navegar con
el lastre que otras empresas les han dejado, les hace muy difícil su operación
continua. Por ejemplo, empresas que pertenecen al sector extractivo, las cuales
específicamente en Latinoamérica han encontrado una fuerte oposición (algunas
veces financiada por países que su principal fuente de ingresos, es la misma
industria extractiva), al punto que sus propios legisladores han actuado en
contra de su existencia, limitando a sus países a tener oportunidades de
desarrollo comprobables. Ejemplo de ello podemos ver que Colombia, El Salvador y Costa Rica han dado
pasos en dirección a la prohibición legal de este tipo de industrias.
En el Siglo XXI, cuando las redes
sociales convierten a cada persona y consumidor en un reportero, ambientalista,
analista político y experto empresarial en
plena acción 24 horas al día, toda empresa debe de saber que el “simple” ¿Qué
hacemos? no es suficiente. Se debe ser transparente y responsable en el “¿cómo
lo hacemos?”. El mayor riesgo de las redes sociales y su rapidez con alto nivel
de penetración es principalmente que cualquier persona puede opinar positiva o
negativamente sobre un acontecimiento, dando juicios de valor cuando no siempre
(de hecho, generalmente nunca) tiene toda la información y carece de experiencia
y por ende propiedad en un tema específico.
Hoy en día, debido a la alta
competencia, tanto los clientes como el mejor capital humano (potenciales
colaboradores) se vuelven cada vez más exigentes, y lo que buscan ya no es solo
el precio y la calidad, sino también, una buena atención, un trato personalizado
(La 5ta P de la mercadotecnia del Siglo XXI), un ambiente agradable y sobre
todo, un producto con reputación social y
producido bajo estándares de cuidado al Medio Ambiente
La RSE es la herramienta perfecta
para que una empresa, sin importar su tamaño y giro de negocio, pueda ser
transparente hacia sus stakeholders y competitiva al mismo tiempo. En términos
de imagen, una empresa responsable es “sexy” para capital humano, proveedores y
por supuesto, para sus clientes. La RSE y sus estrategias facilitan la relación
con los grupos de interés y atención a su materialidad, respeta la legislación
nacional e internacional, excede los estándares de seguridad en la operación y
sobre todo, aporta a la cultura empresarial para que las empresas posean una
actitud de respeto a las personas, comunidades y al Medio Ambiente, mientras
simultáneamente y de manera consciente y voluntaria contribuyen a crear y
mantener un mundo mejor en los diversos órdenes en los que se desempeña, como
lo humano, lo social, lo económico y lo ambiental.
Así pues, es un hecho que la
realidad actual es que aquellas empresas que trabajen su “¿Cómo lo hacemos?” integrando adecuadamente la RSE en su
estrategia y posteriormente en el nivel operativo, tienen grandes posibilidades
de conseguir ventajas competitivas que les facilite un mejor posicionamiento
estratégico, un factor clave para el éxito.
No hay comentarios:
Publicar un comentario